El pensamiento de Georg Simmel tiene el rasgo peculiar de estar abierto a caracterizaciones contradictorias: pesimismo trágico y optimismo vitalista, metafísica abstracta y concretismo, incluso formalismo y vitalismo podrían entenderse como pares contrapuestos. Esas contraposiciones no pueden ser explicadas solamente a partir de las transformaciones que sus reflexiones han atravesado desde el kantismo hacia el vitalismo de principios del siglo XX, sino que constituyen un indicio del carácter ambiguo y tensionado de su pensamiento que esquiva toda reducción a una lectura unilateral. Sin embargo, Theodor Adorno ha leído la tensión entre el formalismo y el concretismo simmeliano como una obturación metafísica de esa relación con lo concreto que Simmel habría pretendido producir. En su Introducción a la disputa del positivismo en la sociología alemana, en Caracterización de Walter Benjamin, en Anotaciones sobre el conflicto social hoy y en el ensayo sobre Bloch El asa, la jarra y la experiencia temprana puede rastrearse la crítica de Adorno a la metafísica de Simmel en tanto sus abstracciones formales se imprimirían sobre lo concreto que, de esa manera, quedaría más allá del movimiento del pensamiento.