En la marcha del 24A se puso de manifiesto una idea de “república” que se hace eficaz en un comunitarismo pre-político. Para esos miles de argentinos, la república no es un proceso en permanente construcción sino una identidad cerrada que brinda certezas frente a la incertidumbre económica. ¿Es posible desengrietar allí donde las palabras república y justicia son el centro de gravedad de una contradicción que recrea una identidad política autoritaria y excluyente?