Al tratar de responder a los requerimientos de nuestra actualidad, es decir, a la exigencia de una interpretación que los problemas que hoy vivimos nos dirigen, proseguimos caminos conceptuales relativamente autónomos, bajo las condiciones pautadas por una inmanencia teórica a cuya necesidad también respondemos. Cuando la teoría resulta además políticamente tensionada, en el esfuerzo de abrir un espacio para la pregunta por las posibilidades o los obstáculos que enfrentan las luchas de emancipación, comprobamos que el choque entre los textos y las distintas realidades que los ponen a prueba coincide con la propia existencia o devenir de una teoría socialmente incumbida. ¿En qué sentido es posible sostener que una ?teoría política crítica? demanda una crítica simultánea de la trascendencia y de la inmanencia? En este artículo desarrollamos esta cuestión, a partir de un enfoque que, al mismo tiempo que no se desentiende de las perspectivas ontológicas que a partir de la década de 1960 se sobrepusieron a las filosofías pautadas prioritariamente por una influencia hegeliana, no celebra esa herencia como una nueva perspectiva superadora de viejos vicios, sino que trata de permitir la contaminación recíproca de ciertos momentos singulares de aquella crítica de la dialéctica y una crítica de las ontologías que impida unilateralidades de signo inverso.